AMOR POR EL RUIDO
I
Oí a distancia ese, ¿cómo podría llamarlo?, ¿gruñido o grito?, diría que está entre las dos; de aquella bestia que se acercaba hacia mi. Yo era el último con vida, el amanecer estaba próximo y mi esperanza de sobrevivir crecía a medida que pasaban los segundos.
Al pasar el alambrado que dividía la zona militar del pueblo me sentí a salvo pero fue en ese momento cuando le vi claramente. No sabía de que huía pero si que ocurriría si no alcanzaba a escapar.
Del trigal salto sigilosamente una criatura apenas descriptible que me observaba con odio; parecía un hombre malformado, un cuasimodo, un ser de las tinieblas torturado por años y obligado a comer carne humana. Pálido, de ojos grises, brazos largos y delgados, sus orejas mutiladas y su cara llena de cicatrices, la boca de la bestia se asemejaba a un hocico de perro y encorvaba su cuerpo como asechando una presa.
La bestia se lanzo sobre mí mientras el sol despertaba, creí que la luz le mataría como en las películas de vampiros pero no fue así, mordió mi hombro derecho desgarrándolo por completo. Tres disparos se escucharon como trompetas anunciando a un ángel y el engendro calló muerto a mi lado………..
-Otra vez el viejo con sus historias- dijo un hombre alto y de acento extranjero.
-Me conoces mejor que mi propia madre. ¿Qué te trae a este remoto lugar, y a esta cantina para ser especifico?-
-Pronto tendrás que partir y aún no has dejado quien remplace tu importante labor-
-La cantina quedará con esta hermosa mujer, la que se encuentra en la mesa del lado-
-No me refiero a eso, sabes que deseo tu lugar pero ya estoy tan viejo como tú y no creo sobrevivir a la guerra que está a punto de iniciar, necesitamos a un joven tal como lo fuimos tú y yo. Traje a un muchacho apto para que lo eduques, realmente es talentoso-
-¿Y dónde está ese muchacho?, espero que no sea el hijo de…-
-Lo es, pero no es igual a su padre. Tienes que darle una oportunidad-
-No quiero tener nada que ver con Charles y mucho menos con su esposa María-
-Juan, ellos murieron ayer, los asesinó la republica, y también se llevaron al 355-
Los dos viejos guardaron silencio, en la cantina nadie parecía escucharlos hablar, a excepción de la hermosa Carla que prestaba atención a sus palabras e intentaba opinar desde hacía ya un buen rato.
-Yo puedo guiar al joven si es necesario- Dijo la chica inoportunamente.
En ese momento Juan le miró con desagrado y asintió con la cabeza.
-Está bien, confiaré en tu juicio, pero aclaro que si el muchacho se desvía del camino igual que su padre le mataré inmediatamente. ¿Has entendido?- dijo el viejo Juan a punto de enfurecer.
-La indicación sobra, traeré al joven en la mañana. Ha sido un placer-
-Hasta mañana, y Julio, después de mañana hazme un favor-
-¿Cuál?-
-No vuelvas- dijo el viejo con un alto grado de severidad.
Carla sin entender que ocurría se acercó a su tío Juan con gran inocencia en su mirada y preguntó humildemente por el error que había cometido al hablar pero el viejo no le contesto, llamó la atención de los clientes, que en su mayor parte se encontraban ya ebrios y continuó el relato.
El joven apareció solo al día siguiente con la mirada alta y el rostro blanco del frío, golpeó la puerta del bar y esperó parado casi treinta minutos hasta que al fin alguien abrió la puerta.
Era una mujer de ojos claros y corta edad, pelo rojo y largo, y aunque estaba cubierta por un enorme saco, se podía notar la belleza de su cuerpo, y ni hablar de su rostro.
-Busco al viejo Juan- dijo el joven apenado -Julio me ha dicho que el me dará hospedaje por un tiempo, mientras me estabilizo económicamente-
-Claro, pasa. Me llamo Carla ¿y tú?-
-Pedro-
II
En un país no muy lejano ya se vivían los inicios del enfrentamiento armado más caótico de la historia. La población civil buscaba protección por medios aledaños a las autoridades militares del país, ya que el gobierno exterminaba todo tipo de oposición. La población recurría a la ayuda de la mafia local para mantenerse a salvo, pero esto agravó la situación generando una guerra civil.
La guerra llevaba seis meses y aún no daba pie a un fin. Las calles repletas de cadáveres en putrefacción, los pequeños poblados vacios y las tropas regadas en las ciudades generando cortinas de humo, plomo y lagrimas.
Un hombre, de estatura promedio y ojos rojos por el reflejo del dolor sobre el suelo, se adentraba en la ciudad capital junto a un grupo de soldados. Recorrían entre disparos y estallidos las paredes destruidas. Al llegar al centro dos hombres cayeron y una explosión cubrió el lugar haciendo imposible el avance.
La noche se asentó sobre el desteñido paisaje y los nervios del hombre incrementaron, los militares cesaron el fuego y al instante desaparecieron de lugar.
-Comandante, tenemos que buscar refugio- dijo un subordinado al hombre de pelo castaño y ojos rojos.
La tropa se había reducido a tres personas.
Con un gesto el hombre le señaló una camioneta en la cual pasaron la noche bajo el temor que produce la muerte. Los gritos de dolor y de terror se hacían cada vez más intensos y las bestias revoloteando de aquí para allá acabaron con la calma de los soldados, pero solo se hizo evidente los agitados latidos de los hombres en el momento en que la ciudad llego a un silencio absoluto. No se escuchó brisa alguna ni un solo movimiento, el olor tibio de la sangre derribó la esperanza del muchacho enrique, y entre un canto desesperado y fúnebre aceptó la muerte disparándose en la cabeza.
-¡Corre!- dijo el Comandante Johann -Nos veremos aquí en cuanto amanezca-
Johann corrió hacia el siguiente coche, no paso mucho tiempo y las bestias ya estaban rondando la camioneta. Eran pálidos, como mártires, seres destinados a la esclavitud; ojos negros, hocico de perro y cuerpo humano, sin cabello y sin alma, maquinas asesinas, un arma eficiente y sutil.
A la mañana siguiente su compañero no apareció así que continuó con su camino. Una vez llegó al palacio de justicia descendió por un túnel y abriendo fuego alcanzó su objetivo el laboratorio k-3.
III
“Es la muerte quien nos recuerda que estamos solos; los demás son seres individuales que van camino a su fin. Nadie es eterno para nadie, y es la vida el camino a la muerte. No lucho por un mejor futuro para la humanidad, soy un guerrero porque es el camino que elegí, mi manera de esperar a la muerte.
A veces no sé si quiero a las demás personas o si solo busco mi propio reflejo en ellas. Pero esto ahora no importa.”
Johann no comprendía como se le podía llamar laboratorio a tan hostil lugar, mejor sería llamarle cárcel experimental o cámara de torturas y experimentaciones. Las bestias de la noche anterior se encontraban encerradas en pequeñas celdas, y clasificadas por especie y estatura. El lugar estaba vacio, ignorando la presencia de las bestias, por lo cual el hombre encendió las luces con toda confianza. Las bestias afectadas por los fotones emergentes de las lámparas tomaron forma humana y empezaron a quejarse.
-¡Sáquenme de aquí!- grito uno de los presos que parecía estar menos afectado por la mutación que el resto.
Los demás solo se quejaban de hambre, dolor y miedo; miedo de ser consientes de su situación.
En un acto de estupidez y misericordia, Johan liberó a los presos y así reprimió su sentimiento de culpa. Siguió con su camino hasta llegar a un cuarto al cual entró apuntando con su rifle, adentro se encontraba una mujer drogada tirada en una cama, una cinta apretaba su brazo y una jeringa acompañaba su miseria desde el piso. A un costado de la cama divisó un folio marcado así: Investigación del 355. Lo tomó y se marchó de las instalaciones.
Al salir se dio cuenta del error que había cometido, las personas que había liberado eran nuevamente bestias. Acababan con todo a su alrededor, masacrando tanto militares como civiles refugiados bajo los puentes; intentaban gritar de ira pero sus rostros mutados no lo permitían.
-No se es comandante si no se tiene una tropa a la cual comandar- dijo Johann en voz baja mientras corría de una calle a otra intentando pasar desapercibido, lo cual no funcionó. Las bestias notaron inmediatamente su presencia pero en vez de atacarle solo le miraron con distancia. Johann comprendió esto como un gesto de gratitud, luego desapareció entre los escombros de la alguna vez hermosa ciudad de Bogotá.
IV
Al norte del continente, casi llegando al círculo polar ártico, había una pequeña base militar. Digo había porque ya no la hay, bueno no la misma de la que les hablo.
No era nada secreta, de hecho resaltaba a la vista con sus coloridas paredes de poca altura y los misiles que custodiaban la base. Lo más curioso era que los misiles no apuntaban hacia afuera sino todo lo contrario.
Desde la ojiva del misil del extremo izquierdo se observaba la puerta de entrada, adornada con un gran letrero en inglés que decía algo así como “seguridad mundial”. Pasando por la puerta en las primeras escaleras de bajada había otro letrero aún más jocoso, también en inglés; este decía “peligro mundial”, y más adelante un anuncio corriente en otra puerta. Escrito en el mismo idioma de los letreros anteriores, pero este sin nada cómico.
“Sala de juntas” se veía sobre la puerta que era atravesada por tres hombres a la vez.
Los aparentes humanos al ingresar a la sala tomaron asiento, adentro se encontraba otra persona de mucha más edad.
-Bienvenidos sean mis queridos amigos- dijo el hombre más viejo de la sala.
Los demás asintieron con la cabeza, y dirigiéndose directamente al tema de reunión el más joven habló, puesto que era el único que entendía español.
-¿Cuánto?- preguntó el joven.
-No está a la venta- respondió el viejo.
-Solo ponga un precio y evitemos los problemas- dijo el muchacho con su pobre pronunciación y con mucha soberbia –Desde que está en las manos de tu corporación el tercer Ángel solo ha causado problemas. Las naciones unidas esperan respuesta adecuada-
-Y la tendrán- dijo el anciano –Nuestros experimentos ya han dado fruto-
-¿Cómo en Colombia?, ¿o mejor que en Uruguay?-
-Si, y tus sarcasmos no son agradables. Logramos aislar la conducta agresiva en los canes, y pronto podremos experimentar con humanos-
-¡Oh, que bueno!- exclamó el joven con una falsa alegría -Yo había oído que tu Ángel estaba muriendo de cáncer, algo que es desde todo punto de vista falso, ya que es un Ángel genuino. ¡Enviado por el mismo Dios a la tierra!, para salvar nuestras almas y castigar a los malvados. ¿O no? ¿Qué le ocultas al mundo Jimmy? ¿Qué diantres son esas criaturas que Víctor Stalin descubrió hace veinte años en Sudamérica y que llamó Ángeles?-
-Suramérica- Corrigió una voz extra que apenas se alcazaba a oír.
Se trataba de Juan Martínez, un almirante de guerra retirado dueño de un bar en la Paz, Bolivia.
-Francesc, Jimmy- Saludó el recién llegado al joven y al viejo respectivamente.
-¿Cómo sabes quien soy y quién eres tú?- dijo al joven indignado.
-Simple deducción, te pareces mucho a tu madre. Eres muy obstinado. Deserta o trabaja con nosotros, de lo contrario no te servirá para nada mi nombre ni podrás resolver tus dudas sobre los Ángeles.-
-Pero….-
-Piénsalo, mientras vuelas rumbo a casa- ordenó el otro viejo con tono soberbio mirando fijamente al muchacho.
Francesc Guisset se retiró de la base militar con sus hombres y regreso a casa en un pequeño helicóptero, sin saber que mas adelante tendría que volver al polo norte para así salvar su vida y el mundo.
El viejo Juan y Jimmy el incognito siguieron hablando; la llamaban el “Incognito” porque nadie conocía su apellido; hablaron de todo, de la vida, el amor, el futuro y los nietos, aunque Juan no tenía hijos.
-He venido a anunciar que ya encontré mi remplazo- concluyó el héroe de guerra y deshonroso hombre carcomido por los años y revestido en experiencia con capa, pistola y gorra.
Lejos de allí, envuelto en la ira de ver su país en llamas, un hombre de ojos rojos sobrevolaba la capital de Bolivia.
V
En el bar del viejo Juan las cosas marchaban de maravilla.
El bar era visitado como nunca antes gracias a los excelentes gustos musicales del joven argentino, y a su capacidad de atraer clientes la cantina.
Mientras Carla atendía las mesas, Pedro reproducía la música, bebía cerveza y coqueteaba con algunas de las clientas pero sin dejar de mirar a una chica que para él era especial, una de delicada piel y rojos cabellos.
Los fines de semana el muchacho salía a bailar y luego tenía sexo con la conquista de la noche, no era una vida muy plena pero le mantenía distraído de aquello que aún no aceptaba. No se trataba solo de la muerte de sus padres, algo más ocultaba, un secreto tan obscuro que si fuese revelado la soledad le rodearía de inmediato.
Durante la semana se sentaba a meditar junto a su bella amiga y luego buscaba entablar una conversación con ella lo cual le costó mucho. El día en que por fin pudo hablar con Carla, de frente a frente, fue el mismo en que el anciano regresó de su viaje. Un día que nunca olvidó.
Carla se acercó a él sensualmente como siempre; bueno, ella siempre era muy sensual, al caminar, al hablar…; sonrió y le invitó a salir. A salir a caminar, por un sendero nunca antes visto, pero si transitado.
Caminaron hacia el sur hasta llegar a una quebrada fuera de la ciudad y al cruzarla el camino se dividió en dos, uno entre rocas y otro un túnel rodeado de maleza. Se separaron y cada cual tomó un camino.
Carla eligió el izquierdo y avanzó sin miedo. Después de que pasaron los primeros treinta minutos empezó a preocuparse.
-Este camino no lleva a ningún lado- gritó, esperando ser escuchada por el muchacho.
Las rocas a su alrededor estaban rodeadas por raíces musgosas y con espinas, treparlas era imposible, además de la altura que poseían las rocas. Parecía abandonada a su suerte, solo poseía dos opciones seguir, o volver.
No sabía a donde iba pero esperaba encontrase con Pedro al terminar su recorrido. Resbaló y así notó que estaba pisando pétalos de rosa, el camino se había tornado de color amarillo, el mismo amarillo seco de los pelos de su padre.
Años atrás su padre le había abandonado a los cinco años, o ella lo sintió así. Una investigación lo llevó a tomar una decisión, la ciencia o la familia. Nunca volvió. Dos años después de su partida una carta llegó a casa, donde vivían ella y una tía política, diciendo:
“Señorita Carla Martínez,
Es para mi una pena tener que informarle de lo ocurrido pero nadie mas puede hacerlo.
El pasado martes el centro militar de experimentación en el cual trabajaba tu padre sufrió de un ataque armado del cual no puedo dar detalles, y con toda lastima le informo que el biólogo Roberto Martínez murió en atentado junto con todos sus compañeros de trabajo.
Por otro lado no quiero ser imprudente con la situación pero es también mi deber informarle que tu tío el teniente Juan Martínez se encuentra bajo tratamiento, el ha sido el único sobreviviente durante el ataque.
Mis condolencias
ATT: Comandante Johann Restrepo Pérez”
Recobró la cordura y reemprendió marcha sobre las rosas amarillas que formaban puentes entre los muros de piedra.
Ahora caminaba sin motivo y sus bellos ojos miraban el suelo, de este modo chocó con el joven Pedro que venía igual de distraído. Se miraron a los ojos detenidamente y sin darse cuanta acabaron besándose, besándose por horas y horas, parados en el punto en que se unían los dos caminos. Él era más alto que ella y tenía mucho más que contar sobre el camino que eligió.
Solo pararon el beso cuando el sol terminó de caer. La oscuridad los rodeó casi por completo, media luna les alumbraba el sendero.
De la nada apareció Juan, el viejo, con su gran linterna, los sobrepasó y dio media vuelta.
-¿Qué esperan?- dijo mas serio que nunca -Hoy vamos a visitar nuestro pasado-.
El sendero se hacía eterno, la niebla cubría todo lo existente, una luz guiaba el grupo, y un perro aulló.
VI
Llegaron a una finca de concreto, vieja y olvidada. Adentro una bestia gemía ¿cómo podría llamarlo?, ¿gruñido, grito, llanto? Quizá sea mejor olvidarlo. Fue entonces cuando Pedro lo vio. Se adentró en la cabaña con la linterna del anciano y tras los barrotes que partían el recinto en dos observó una criatura vieja y malformada, similar a un humano. Orejas mutiladas y ojos grises sin vida, se agarraba de los barrotes como pidiendo perdón mientras golpeaba su cabeza contra estos.
Intentó alcanzar al joven con su mano pero el codo se lo hizo imposible al atorarse en las varas hierro. La linterna apuntaba al pecho del monstruo, en el había un numero impreso como marca de ganado, 354.
Juan entró sin discreción alguna, sus pasos retumbaron en los barrotes. Se dirigió al chico mirándole a los ojos fijamente. Le miraba con odio, con rencor como si él fuese culpable de algún crimen.
-Pedro- dijo el viejo con voz ronca –Te presento a mi hermano Roberto, o mejor al accidente experimental 354-
No era solo la oscuridad la razón por la cual el muchacho no podía ver el rostro de Juan; tenía miedo, pero, ¿miedo de qué? De seguro no le asustaba la bestia.
Tres meses atrás, Julio, le advirtió del viejo Juan, “tendrás que matarle” dijo Julio, “cuando sea el momento mátale”.
VII
-¡Al fin!, así que esta es la taberna que montó el viejo Juan-dijo un hombre sediento de venganza, de tés pálida, y ojos rojos como la sangre.
Abrió la puerta de un golpe y se sentó cómodamente en la mesa del fondo donde no llegaba la luz. Encendió un cigarrillo y vacío su cantimplora sobre la mesa, el olor a licor se propagó por el aire rápidamente dando una sensación de ebriedad al lugar.
Juan y Pedro llegaron poco tiempo después, encontrando a este hombre en la oscuridad esperando la muerte, quizá no la suya, pero estaba seguro que tal figura tan magnifica aparecería esa noche. El viejo Juan intento tomar la pistola que guardaba en su pecho, bajo la chaqueta, en un extraño bolsillo de la camisa, pero el hombre del rincón disparó al aire para evitar un enfrentamiento.
-Primero quiero hablar- dijo Johann –Me daré el lujo de escucharte pidiéndole perdón a tu sobrina. Además tengo preguntas que hacer-
Pedro estaba inquietado, así que se alejó del viejo y tomó una posición neutral. “Este pibe me ahorrará el trabajo”.
-Mi sobrina no está-
-Sé que es de paso lento, ya llegará. No tengo prisa-
-Bueno Johann, ¿qué deseas saber?-
-¿Quién tomó el 354, y el 355 hace 15 años? Llevo todo este tiempo tratando de enmendar un error, y todas las pruebas me conducen a ti. Bien, quizá ya sea tarde para evitar el poderío d la republica, pero no para saldar deudas con un traidor-
-El 354 era mi hermano y está a las afueras de esta ciudad, lo he cuidado no como un fracaso sino como un humano-
-¡Mientes!-
-El 355 los tenían los Cortez-
-¿Solo un experimento?, ¿por el bien de la humanidad?, el último intento de crear un ángel llevaba el nombre de una niña de piel trigueña